15 septiembre, 2008

El Centro del Caos - J. Ibañez



La palabra «centro» suele tener uno de estos tres significados: uno estático, punto del que equidistan los puntos extremos; dos cinemáticos, punto sobre el que convergen trayectorias (al que van: fin), punto de donde parten (del que vienen: origen).
El proceso capitalista se despliega en tres etapas [1]:
protocapitalismo, en el que la actividad dominante es la deducción (extorsión de fuerzas naturales, personas y cosas, en el colonialismo);
capitalismo de producción y acumulación, en que lo es la producción (transformación de esas fuerzas mediante aplicación de un esquema iterativo orientado a fines: las cosas y las personas pierden su naturaleza y se acumulan en el capital);
capitalismo de consumo, en que lo es la traducción (retencion de lo transformado en los circuitos de circulación). El significado del centro cambia de una etapa a otra. Bajo el modo de la deducción es estático. Bajo el de la producción, es dinámico. Bajo el de la traducción, no es.
En la producción se destacan dos puntos fijos, origen (punto de apoyo arquimédico para la práctica, punto invariante de referencia —cogiro— para la teoría) y fin (tarea o razón que remata el proceso). Ese punto fijo es un centro vacío —ideal, transcendental— ya que refleja el segmento teórico o práxico al que resume («El punto cero puede ser el punto de equilíbrio o de apoyo de la estática, el polo de un movimiento cínemático, el origen de la referencia en general, métrica en particular, el sitio perspectivo o punto de vista :sde el que se descubre el piano o el perfil, el invariante de una transformación, inclusive el elemento irreductible de estabilídad y referencia —sub-stare—: cogito, polo celeste, foco óptico, nudo acústico, germen de un organismo, centro de una teoría, origen de una historia...). El término griego epojé cubre el campo semántico del punto fijo: «Tiene en primer lugar un sentido estático: detención de un movimiento, interrupción de un proceso [...]. Los escépticos lo traducen como «suspensión del juicio y duda»> es el punto de equilibrio de la balanza [...] La astronomía retiene el signifcado de pausa aparente en la errancia de un planeta: apogeo. Del espacio, el campo semántico, se extiende al tiempo: epojé tiene entonces el punto fijo en el tiempo, es decir, el punto-referencia. Las posiciones son definídas en relación a él, los cambios contabilizados a partir de él. En el limite, significa la posición inicial de un punto fijado temporalmente, síntesis del punto referido y del punto referencia: situación aquí-ahora y situación central, en relación a las cuales las situaciones temporales se distribuyen- [...]. Por un mismo proceso que el que asociaba estática y cinemática, figura y detención, se pasa fácilmente del punto-origen (o punto telos y o del punto instantáneo) al segmento periódico referido a este origen (o a este fin, o a este ahora). Epojé sígnifica entonces recorte temporal, época, era, estadio, y, en teoría de la música 'período de víbración'[2].
El capitalismo de consumo supone, según Baudrillard, el fin de la producción [3]. Si no hay producción, no hay origen ni fin: las personas y las cosas ni vienen de ninguna parte ni van a ninguna parte.
Todo es azar, todo flota en el caos. No hay puntos fijos, Y, si no los hay, para no vivir perdidos, hay que inventarlos. Hay que añadir a los significados estático y cinemático del centro uno dinámico. Hay que buscarle un centro al caos. No hay producción porque no somos nosotros los que producimos, Y, sin embargo se produce.
Y ese se que produce es caos.


Revista Archipiélago 1993 [c] Jesús Ibañez
Notas:
1) Jesús Ibañez. Más allá de la sociología. Grupo de discusión técnica y crítica. SIGLOXXI, Madrid, 1979.
2) M. Serres. Hemes [I] L'indiférence. MINUIT, París 1972.
3) Jean Baudrillard.

nav.js